No te lo voy a negar, soy una «forofa» de la meditación. La practico a diario. Lo hago porque he descubierto que vivo mucho mejor: más tranquila y mucho más dueña de mí misma.

Me gusta tanto, que disfruto enseñando a otras personas. Como soy muy de «hacer las cosas bien, me he formado mucho: completando mi formación en Psicología con un máster en terapias de tercera generación en la que se incluye el Mindfulness, también con  la formación del MBSR (Mindfulness Based Stress Reduction) de Kabat Zinn y he obtenido mi certificación en Mindful Eating con Jan Chozen Bays y en Mindfulness para niños con Eline Snel. Me he formado un montón, cierto, y sigo haciéndolo, pero al final, lo importante en la meditación es tener la intención sincera de estar presente en tu propia vida, disfrutando de lo bueno, asumiendo que hay partes que me gustan menos y que a pesar de todo forman parte de mi vida.

Todo esto me ha llevado a aplicar el Mindfulness en dos áreas del que considero muy importantes para vivir bien y disfrutar mucho: el control de la ansiedad y el estrés, y la relación con el cuerpo y la comida.